Pocas cosas cuestan más que volver a clases después de dos meses de vacaciones. A marzo, en el fondo. A las rutinas. A las madrugadas. Iniciar o retomar el colegio le puede generar a un niño sentimientos positivos y negativos.
La expectación por el regreso, incluso la alegría en muchos casos, se mezcla con la ansiedad y la angustia. La mejor manera de atenuar los efectos del cambio tiene que ver más que todo con una adaptación gradual, tanto para los padres como para los hijos.
Los expertos dicen que los niños deben participar en la compra de útiles, uniformes, mochilas y colaciones, para involucrarlos en el proceso, además de conversar sobre sus temores y alegrías ante el nuevo año. Recuerda, la comunicación, es siempre la mejor herramienta entre padres e hijos.