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“Conflictivo”. Así describen sus biógrafos al Favio niño y adolescente, que marcado por el abandono de su padre fue incluso a la cárcel producto de pequeños robos.
Buscando enmendar camino, entró al seminario y luego a la marina, pero nada lo convencía tanto como la vida artística. Su madre, escritora de radioteatros, le consiguió en Mendoza pequeños papeles que lo fueron acercando al mundo del espectáculo. A mediados de los 50 conoció a Leopoldo Torre Nilsson, un influyente del cine argentino, debutando como actor; y luego dirigiendo su primer largometraje “Crónica de un niño solo”.
Dicen que buscando financiar sus películas decidió probar suerte en la música y en 1968 grabó “Fuiste mía un verano” y su vida dio un vuelco a la fama, convirtiéndose en el artista más popular del momento al otro lado de la cordillera.
El sencillo batió todos los records de venta y la fiebre era tal, que tres compañías discográficas debieron unirse para poder responder a tan inusitada demanda. Luego de un paréntesis en el que dirigió tres largometrajes, Favio se vio forzado a dejar su país por la dictadura militar argentina en 1976, y se trasladó a vivir a México y Colombia presentándose esporádicamente en diferentes lugares del continente.
Sólo en 1987 regresó a Argentina para dedicarse por completo a su actividad como realizador cinematográfico, echando de vez en cuando mano a sus grandes éxitos musicales en breves giras por Argentina… el 5 de noviembre de 2012, falleció de una neumonía agravada luego de estar varias semanas internado en una clínica de Buenos Aires