Aunque parezca increíble, hay personas que, pese a haberse tomado un buen descanso en el verano, vuelven más cansados que antes: Es el llamado stress post-vacacional, que suele aparecer justo ahora, a fines de febrero. Este trastorno se manifiesta en irritabilidad, dificultad para conciliar el sueño, despertar demasiado temprano y no poder volver a dormir, y sobre todo angustia ante el trabajo… Según los expertos, este cuadro no debería durar más de tres semanas, una vez que la persona se vuelve a adaptar a las rutinas. Y la mejor forma de evitarlo, es vivir a concho las vacaciones sin pensar en el regreso.