Según el psiquiatra Stuart Brown, del Instituto Nacional del Juego de Estados Unidos, jugar en la vida adulta fomenta la empatía y facilita la resolución de conflictos. Y al contrario, cuando los adultos dejan de recrearse, se vuelven estereotipados y sin humor, por eso, siempre es una buena idea disfrazarse, jugar a la pelota, a las cartas o al dominó, o simplemente correr con los niños.