Es una tendencia que también se ha visto con Kate Middlenton.
Cuando Kate Middlenton usó en 2015 un vestido recto confeccionado por Madderson, a las pocas horas estaba agotado tanto en internet como en las tiendas. Fue tal el llamado «Efecto Kate», que llevó a la ruina a su diseñadora de su vestido de compromiso, como lo publicó la revista ELLE.
Ahora, quien sigue sus pasos, es la prometida del príncipe Harry, Meghan Markle. A días de su boda con el menor de Diana de Gales, ya la economía británica a tenido buenos números.
Lo que ya se conoce como el «Efecto Meghan» pronostica como 210 millones de dólares a favor de la economía británica, según The Hollywood Reporter. Los británicos tienden a imitar todo lo que rodee a la realeza y, en vísperas de la gran boda, el pueblo inglés no escatima en gastar en diseñadores, floristas, reposteros e incluso, compra de tiara.
Un ámbito no menor, es el turismo, el cual se piensa que deje 300 millones de libras esterlinas, muchas de ellas llegadas desde Norteamérica, de donde es originaria la novia.
Este efecto, no solo recae en Gran Bretaña, sino que también en Estados Unidos.