Gustavo Quintana, de 71 años, dice que hizo uno en Santiago y otro en La Serena.
La semana pasada diputados del Frente Amplio anunciaron la reactivación del proyecto de ley sobre la eutanasia que fue presentado por Vlado Mirosevic en 2014. El propio diputado del Partido Liberal se mostró sorprendido por el respaldo que recibió por parte de los presidentes del PPD, el PS y el PR.
Aunque actualmente la eutanasia en Chile es ilegal, el médico colombiano Gustavo Quintana (71), asegura haber realizado dos procedimientos en el país , uno en Santiago y otro en La Serena, hace un año y un año y medio, respectivamente.
“Han sido procedimientos secretos, con pacientes tan terminales que a nadie le extrañó que murieran”, dice en conversación con La Tercera.
Aunque Colombia es uno de los cuatro países en el mundo en que está legalizada la eutanasia, Quintana señala que ha realizado más de 300 eutanasias en distintos países, incluido Chile.
“Hace dos días hice la número 366. He hecho dos en Chile, en La Serena y en Santiago. Lo he hecho en todos los países de Sudamérica, menos en Las Guayanas y en Brasil”, dice.
Quintana está consciente de que es un delito lo que está realizando, pero le gustaría que lo enjuiciaran para demostrar a la justicia lo importante de permitirla.
“La cantidad de eutanasias que he hecho me da la autoridad moral para decirles al Estado y a los congresistas que he estado más cerca del corazón de esos moribundos”, señala.
Fue en la década del 80 cuando realizó su primera eutanasia y asegura que lo que ha hecho no lo convierte en un asesino.
“El asesino mata, quita la vida a quien quiere tenerla. El sicario mata porque le pagan a otro que no quiere morir. Para mí lo más importante es, desde el punto de vista ético, la decisión del paciente, que ya no puede recuperar su salud, que está sufriendo y lo que quiere es terminar con su vida”, dice.
Al consultarle sobre cómo se realiza, el médico indica que se debe realizar por vía endovenosa. “Se usa un anestésico de última generación y un despolarizante cardíaco para que por efecto electrolítico se detenga el corazón. No hay una agonía dramática, en seis o 10 minutos la persona cumple con su deseo, sin dolor”, señala.