Eddi Jaku estuvo 15 meses prisionero en el campo de exterminio, donde sus padre murieron en la cámara de gas. A pesar de eso hoy se considera la «persona más feliz del mundo».
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El hombre es un judío de 98 años que actualmente vive en Sydney, Australia. En 1942 regresaba de su trabajo en Bruselas cuando fue detenido y enviado al campo de concentración de Auschwitz junto con su familia.
Ahí estuvo 15 meses prisionero, donde sus padre murieron en la cámara de gas. Uno de los «recuerdos» que se llevó de ese centro de concentración, es el número de prisionero que lleva tatuado en el antebrazo.
A 73 años del final de la Segunda Guerra Mundial, este sobreviviente del Holocausto entrega su secreto para ser feliz. «No debes odiar (…) El odio es una enfermedad. Destruye primero a tu enemigo, pero a ti también», dice Jaku a un medio australiano.
A pesar de todo lo vivido y de reconocer que «no perdonaré ni olvidaré», este anciano se considera la «persona más feliz del mundo». Y quiere dejar un mensaje a las nuevas generaciones. «Enseñaré a los niños cómo ser felices y hacer de este mundo un lugar mejor para todos», dice.