El colombiano Claudio Melo dice que no quiere quedarse estancado por lo que decidió entrar a estudiar ingeniería ambiental.
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Nunca es tarde para estudiar y superarse. Bien lo sabe Claudio Melo, un abuelo de 90 años originario de Anolaima, Colombia, quien a su edad ha decidido terminar el bachillerato y entrar a la universidad.
«Al principio fue complicado, pero luego no se me hizo tan difícil porque yo sabía muchas cosas. A mí los profesores me hacían preguntas, yo les respondía y me decían: ‘pero usted sabe más que nosotros'», dice sobre su vuelta a la escuela.
De Anolaima se mudó hace años a Bogotá, buscando oportunidades de trabajo. Comenzó como barrendero en una estación de servicio y de a poco, gracias a su esfuerzo y dedicación se fue ganando la confianza de sus jefes, quienes con el tiempo lo asignaron administrador del lugar, según cuenta al diario El Tiempo.
Ahí conoció a Rosa María Sandoval, con quien se casó y tuvo siete hijos, cuatro hombres y tres mujeres. Pronto quiso buscar nuevos horizontes y así llegó a Chrysler, donde trabajó de mecánico y con el tiempo pasó a convertirse en el chofer de uno de los gerentes de la empresa.
Fue tiempo de bonanza donde logró construir su propia casa y darle educación a sus hijos. Pero como él mismo cuenta, pronto se fueron y se olvidaron de él.
¿Por qué quiso estudiar?
«Mi ilusión era que progresaran, que fueran alguien en la vida. Se superaron, pero para nada, porque se les olvidó el papá», dice Claudio quien enviudó hace 25 años.
Con los años perdió su casa luego que fuera aval de una persona que nunca pagó su deuda. Hoy arrienda una habitación y sobrevive con la pensión del Estado. A pesar de su difícil situación económica y su avanzada edad, Claudio sabe que aún tiene mucho que entregar.
«Decidí superarme, ser alguien en la vida, no quedarme ahí estancado, y estoy en eso», asegura este hombre que ama la naturaleza por lo que decidió entrar a estudiar ingeniería ambiental.
«Hay una cosa, algunos caemos en cuenta, otros no, pero Dios dejó todo perfecto, la tierra nosotros la cultivamos, comemos de ella, pero no la cuidamos», dice este hombre que a sus 90 años aún tiene ganas de aprender. Sin duda, un ejemplo a seguir.