La mujer chilena sufrió una lesión en un viaje familiar a Cancún, lo que resultó en la amputación de su pierna y la pérdida de todos sus ahorros.
María Inés Contreras Figueroa llegó junto con sus dos hijos, y sus respectivas novias, a Cancún, México, para pasar sus vacaciones y celebrar la boda doble de sus hijos. Esto fue el 2 de mayo, y dos días después, la bella celebración se fue en picada tras el accidente que le ocurrió a María Inés.
La mujer, de 68 años, sufrió una lesión menor volviendo en barco desde Isla Mujeres, según contó su hijo a BíoBío. «Volvía, el barco se movió y mi madre dio un paso en falso, golpeándose la pierna derecha (…) fue un golpe que provocó una pequeña laceración» contó el joven.
La gravedad del accidente pasó desapercibida para la familia, y continuaron su viaje sin problemas. Nunca imaginarían que María Inés perdería su pierna y todos sus ahorros, y que todo comenzaría el día de la boda.
«Cuando estábamos en pleno acto de la ceremonia nosotros… cuando la gente se paró para darnos el abrazo mi madre no se levantaba (luego) se levantó, me abrazó y se puso a llorar», continuó relatando el hijo, agregando que entonces le vio la pierna a su madre y se dio cuenta de la gravedad de la situación.
Gracias al seguro, la pudieron llevar a una clínica en donde le diagnosticaron ‘un traumatismo por un esguince’, le inmovilizaron la pierna y la mandaron de vuelta al hotel.
Sin embargo, María Inés comenzó a sentir nuevos dolores, volvió a la clínica, y después de que la examinaran tres doctores más, la mandaron a un centro especializado.
Ahí comenzaron los problemas con el seguro médico. Los gastos médicos superaban la cobertura del seguro, y la familia comenzó a pagar el tratamiento de sus propios bolsillos.
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Llegaron al Hospital Galenia de Cancún, en donde hospitalizaron y examinaron a María Inés, quien sólo empeoró y tuvo que ser trasladada a otro recinto. De todas formas tuvieron que pagar los cerca de 12,5 millones de pesos que les cobró el hospital.
Después, en el Hospital General de Cancún, María Inés fue dejada en observación. «El miércoles 8 vinimos al hospital y nos encontramos con nuestra madre muriéndose, tenía dificultad para respirar y la presión por los suelos» contó su hijo.
Después de reclamar por el estado de su madre, fue llevada a la unidad de cuidados intensivos, en donde tuvieron que contratar ellos mismos a un profesional debido a la falta de cirujanos del recinto. Finalmente, el profesional le descubrió una septicemia y shock séptico, y un avance de la infección que sólo podría ser detenido con la amputación de su pierna, para salvar la vida de la chilena.
Debido a los costos de la hospitalización y el estado de la mujer, la familia de María Inés ha pedido ayuda a todas las autoridades para trasladar a su madre de vuelta a Chile, ya que no tienen más recursos para trasladarla por su propia cuenta, y no pueden seguir pagando las deudas médicas. Hasta hoy, duermen en el piso del Hospital General.