¿Recuerdan el dicho de ‘Desayuna como rey, almuerza como príncipe y cena como mendigo’? Pues tiene en cierta parte razón si se ve la recomendación de médicos y nutricionistas sobre las porciones de las comidas.
Al comer, recordemos que nuestro cuerpo realiza una compleja operación de absorber nutrientes para que estos no se conviertan en grasa. Por eso que una comida rica en grasas y azúcares muy tarde puede provocar que tu organismo entre en alta actividad, cuando ese es el momento de bajar el ritmo y descansar.
Y esto puede afecta la presión arterial. Según un estudio del Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología en 2016, al analizar a 700 voluntarios, se vio que: «el 24,2% de los que habían comido dentro de las dos horas antes de acostarse no habían mostrado un descenso adecuado de la presión sanguínea».
Por eso es recomendable que la cena sea dentro de lo posible temprano y se eviten comer alimentos muy pesados.
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Dentro de los alimentos a evitar están:
- Carnes rojas con mucha grasa
- Tocino
- Embutidos
- Pan
- Salsas
- Frituras o comida chatarra
- Granos (como arroz)
- Alcohol
- Picantes
- Bebidas gaseosas
¿Lo más recomendado?
Lo ideal es comer más vegetales, fibra y alimentos ricos en grasas no saturadas, como nueces, palta, pescado, etc. Estos ayudan a tener un mejor sueño y previenen enfermedades cardiovasculares.
Se puede optar a carbohidratos, pero en poca cantidad. Ahí está el truco.
Ojalá que la cena sea lo más temprano posible, pero si no tuvo tiempo y quiere cenar aunque sea tarde, prefiera comer alimentos más ligeros, como un bowl de avena, un trozo de pan integral con palta o un plátano.
Ojo: Siempre se debe consultar a su médico por las indicaciones a su dieta, esta es solo una sugerencia.