Esta es una realidad, aunque no nos guste, muy pocas personas saben estar solas. A lo largo de nuestras vidas nos toca aprender el cómo lidiar con ello y asumirlo como lo que es; algo normal y hasta placentero, si nos quitamos los prejuicios y lo observamos desde el punto de vista positivo.
Lo que queremos decir es que amar la soledad es un tema de perspectiva. En vez de sentirte abandonada, hay que apreciar el hecho de que puedes dormir hasta tarde o poner tu música favorita a todo volumen.
Soledad no es sinónimo de frustración o estrés, sino de tiempo de calidad para ti.
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La paciencia es clave
Años de presión social y familiar no se van de la nada. De hecho, más de una ha tomado alguna vez decisiones equivocadas presionadas por el terror a la soledad.
Es así como muchas iniciaron una relación amorosa que no les convenía, o se sostiene una que no da más, solo para evitar que llegue ese momento.
El problema que lleva a querer huir de aprender a estar solas es que obligatoriamente requiere de un proceso de introspección; que para muchas es incómodo porque no nos gusta ver lo que hay ahí.
Esta puede ser una etapa de crecimiento personal, pero debes enfrentar tus ‘demonios’ y defectos para poder vivir en paz contigo misma.
De hecho, desde el portal La mente es maravillosa lo analizan desde un punto de vista interesante.
“Aprender estar solas, por muy típico que pueda sonar, es aprender a estar acompañadas; porque al fin y al cabo, pasaremos toda la vida con nosotras mismas”, escriben.
Así que este es el momento ideal para emprender aquellos sueños que siempre quisiste; busca salir de tu zona de confort aventurándote a nuevas cosas.
Olvídate de las expectativas que los terceros tienen para tu vida, quiérete y cuídate. Y por favor, no seas tan dura contigo misma.