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Si te digo que la gente está muy loca, seguramente me vas a decir que sí y de remate. Aunque esto es una caricaturización de la realidad, sí refleja en lenguaje popular lo que es vivir un día cualquiera.
Tu hermana con crisis de pánico porque no se siente capaz de aprobar el examen de la universidad, el micrero sobresaltado que te tiró encima su gran máquina para cambiarse de pista; tu amigo depre porque las cosas en el negocio no andan bien; y tus vecinos montados en cólera exacerbada por que los gastos comunes subieron en un 3%.
La mala onda se respira, las ojeras están de moda y lo que es peor el gris de este invierno se está tornando un poquito más oscuro y hostil, lo que hace un terrible esfuerzo levantarse.
No es para menos, llevamos más de un año navegando en la incertidumbre laboral, económica, familiar y para colmo; convivimos de frente con el miedo a la enfermedad o muerte o que puede provocar el Coronavirus.
El piso se nos movió de un segundo a otro y el mundo se paralizó. Nadie en el mundo podía creerlo, porque los reyes de la tecnología; los adelantos científicos y los avances en todas las áreas de la humanidad sólo nos demostraron que somos terriblemente vulnerables; que tenemos emociones y que hay un minuto en que colapsan y nos sobrepasan.
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Lidiar con la mente no es fácil
Chile en salud mental lidera los rankings mundiales de personas con patologías psiquiátricas, incluso antes de la pandemia; y resultado de ello, el consumo de medicamentos que en sus cajas sobresalen estrellas verdes y rojas. Las licencias médicas por lo mismo son más que otras enfermedades y el número de suicidios tampoco pasa inadvertido.
La llegada del Covid fue el componente perfecto para desequilibrar un poco más a quienes estaban diagnosticados con algún trastorno; y apretó el ON en mujeres y hombres que alguna vez, con ironía y de manera light e ignorante, llamaron majaderamente “bipolar”, “autista”, “alaraco”, “intensa” o “llorona” a algún cercano.
Hoy desde el otro lado de la vereda, se dieron cuenta que lidiar con la mente no es fácil; y aún menos evitar todos los síntomas incómodos que conlleva; que van desde una pequeña opresión en el pecho hasta ganas de quitarse la vida.
Puede sonar extremista pero es una de las opciones por las que transita una persona que navegue por una depresión endógena, bipolaridad o un consumo excesivo de drogas o alcohol; que en ocasiones van de la mano con males de la siquis.
Saco a relucir este tema porque hace un poco tuvimos que lamentar el suicidio de un hombre de 54 años que se lanzó al vacío el día más concurrido del Costanera Center. Lo insólito es que este impactante suceso no removió a nadie. La gente siguió comprando, el mall no cerró sus puertas y como si nada llegó la PDI hizo su trabajo en medio del frenesí de las compras.
¿Raro, no?
La indolencia me impactó, pero luego de masticar mucho rato la situación llegué a la conclusión, sin ser ninguna experta; qué tan enfermo como el hombre que se lanzó estamos los chilenos, y que tal vez ese frenesí por consumir en aquel mall es una válvula de escape al agobio y la falta de control sobre todo.
Estamos frágiles y no lo digo yo, lo dicen los recientes estudios (Encuesta Nacional de Empleo, Trabajo, Salud y Calidad de Vida) que hablan de que el 46,7% por ciento de los chilenos experimenta en los últimos doce meses, síntomas de depresión por la pandemia.
Asimismo, establece que de ese porcentaje un 30,3% vive con la sensación continua de cansancio, melancolía, tristeza, ansiedad, estrés y problemas para conciliar el sueño; lo que hace suponer que cursan de alguna patología siquiatrica en algún grado y el más preocuante es un 9% de ese núcleo.
Por otra parte el consumo de ansiolíticos y antidepresivos también ha incrementado; la plataforma Yapp, que es un excelente comparador de precios en todas las farmacias de Chile; indicó que las cotizaciones de antidepresivos y ansiolíticos fueron al alza en un 43% en 2020 versus el 2019; teniendo un peak en el mes de abril, durante la primera etapa de la pandemia.»>Las mujeres consultan más con un 61,57% y los hombres: 38,43%, ambos sexos entre los 25 y 45 años.
Las mujeres son más vulnerables
Como me interesa el tema femenino le pregunté a mi psicóloga, la seca Mariella Norambuena (@mariellanorambuena) su experiencia en este tiempo y me respondió sin vacilar que las mujeres siempre tienen mayor prevalencia a la salud mental que los hombres; a nivel general, nosotras encabezamos con un 37% versus un 28% de ellos.
“las mujeres somos más vulnerables y estar en el limbo laboral, económico, social y familiar nos derriba. Ejemplos cómo no tener plata suficiente para solventar las necesidades de los hijos y la casa; el desempleo, encierro, desavenencias con la pareja; incluso episodios de violencia son gatillantes de algún trastorno ansioso o depresivo, así como el miedo a que se enferme un familiar o ellas mismas.
La pega de cuidarse está ruda, los acontecimientos no ayudan, pero será necesario armarse de valor y pedir ayuda si sientes que la necesitas; continuar tu tratamiento si estás en uno y privilegiar la paz, la actividad física, las horas de sueño si es necesario. Olvidar el prejuicio y ser apuntada con el dedo porque padeces de deresión, bipolaridad, trastornos de ánimo o de ansiedad generalizada, así como otros males más.
Tu bandera de lucha es salir adelante porque se puede con disciplina, conciencia, autoamor y responsabilidad.
Te cuento que si no tienes plata suficiente para un tratamiento o consulta, el Ministerio de salud creó el programa SaludableMente (www.gob.cl/saludablemente) donde los usuarios pueden obtener diversas opciones de ayuda profesional para el cuidado de su salud mental y de su bienestar emocional: atenciones, información, guías, números de teléfono, etc.
Además, está la plataforma telefónica 600 360 7777, opción 1, que entrega primera atención psicológica a quienes lo requieran, así como la opción de atención por videollamada.
Por algo se empieza y hoy puede ser un gran día para dar el paso.