Los conflictos que atormentan a José Luis Rodríguez y sus hijas, siguen dando vueltas para el artista; quien se volvió a pronunciar sobre ellas.
Liliana Rodríguez y Lilibetth Morillo
Una relación con altos y bajos caracterizan la familia de José Luis Rodríguez, en distintas ocaciones expresó su opinión de ellas.
30 años lleva el conflicto que parece tener no tener final, y como relató el “Puma” en su ultima entrevista, “todo a su momento”.
Fue en agosto del año pasado cuando declaró que en caso de morir sus hijas, “no pasaba nada, nos vemos en el cielo”. Declaraciones poco amistosas por parte de él.
Por qué el distanciamiento con sus hijas
Se cree que el origen del conflicto nació cuando el artista venezolano se separó de la mamá de sus hijas, la actriz y cantante Lila Morillo, relación que duró cerca de 20 años. La pareja terminó por separarse en 1986 y posteriormente inició su actual relación con Carolina Pérez, modelo de origen cubano; del cual nació su tercera hija llamada Génesis.
Rumores afirman que el quiebre llega cuando su exmujer y sus hijas Liliana (53) y Lilibeth (52) tuvieron un mal gesto con su actual familia, situación que derivó en el distanciamiento de ambas partes.
“Ellas saben lo que hicieron. Ojalá saliera de parte de ellas y dijeran: ‘cometimos este error contra Carolina y contra Génesis (34)’ porque no era contra mí la cosa realmente, era contra la persona que yo amo y eso para mí no puede ser”, declaró Rodríguez a un programa mexicano.
La respuesta a esta afirmación no se hizo esperar.
“Cada vez que necesitas promocionar tu libro o tu serie, nos utilizas. Si te conviene mencionarnos, de pronto vas a salir diciendo cuál fue el verdadero motivo de tu distancia, para mantener en morbo al público y a los medios de comunicación. Y encima tienes el tupé de pedirnos que pasemos la página…”, respondió Lilibeth.
José Luis Rodríguez y el tiempo
Su última entrevista fue al periodista venezolano Luis Olavarrieta a través de su canal de YouTube, donde fue consultado sobre el distanciamiento con sus hijas.
“Hermano querido, todo tiene un tiempo, y no hay que precipitar las cosas. Va a llegar un momento en que todo será normal, que fluya, que sea natural, que todo esté calmado. Han pasado 34 años, casi 35 años de eso, hermano querido. ¿Y hay que seguir por ahí? No, no, tranquilo… la blanda respuesta calma la ira. Cuando a mí me agreden, yo aguardo en silencio”.