Con 45 años de vida, Kate Winslet sigue rompiendo estereotipos al igual que su interpretación en Titanic; alejada de los márgenes que establece la industria cinematográfica.
“Papeles de niña gorda”
Con sólo 14 años, Kate Winslet debió escuchar a su profesor de teatro decir que tendría que confirmarse con los papeles de gorda, casi como un sentencia a una carrera que aún ni siquiera comenzaba; y por si fuera poco debía estar feliz por aquello.
La respuesta llegó años después, en los premios Bafta (2016) en donde dijo, “¡Mírame ahora!, ¡mírame ahora!, tras llevarse a casa un premio por su papel en la película “Steve Jobs”.
“Les digo a esas mujeres a las que un profesor, amigo o padre han menospreciado: no escuchéis nada de eso porque eso es lo que hice yo y aquí sigo. Superé todos mis miedos y mi inseguridad y seguí haciéndolo y creyendo en mí misma”.
Titanic para Winslet
Con 22 años, Kate se enfrentó a un éxito sin mediar que significaba tan alto nivel de exposición luego de Titanic (1997).
“Entré en modo autodefensa de manera inmediata porque día y noche, todos los días, fui objeto de un escrutinio personal y físico enorme. Me criticaron bastante, la prensa británica en realidad fue bastante cruel conmigo”
Posteriormente viene un alejamiento del cine, que en palabras de Kate: “No quería cometer errores y estropearlo, quería seguir en esto a largo plazo. Así que traté de encontrar pequeños papeles de manera que pudiera entender el oficio un poco mejor, entenderme a mí misma un poco mejor y mantener cierto nivel de privacidad y dignidad”. Casi como previendo una carrera bien desarrollada a largo plazo.
“Las experiencias me han hecho ser quien soy”
En una reciente entrevista la protagonista de “Mare of Easttown”, exitosa serie de HBO, ha vuelto a dejar claro cual es su sentido de vida en todo sentido, “las experiencias me han hecho ser quien soy y el tiempo me ayudó a darme cuenta de mi valor”.
“He aprendido a aceptar mis defectos y a no ser tan dura conmigo misma, ya no persigo los ideales físicos inalcanzables que, quizá, tenía en mis 20, cuando era más ingenua y vulnerable. El hecho de tener mi propia familia, el orgullo que siento cuando estoy con mis hijos y la dicha que me da verlos convertirse en almas humildes, es de donde proviene mi verdadero valor”.