La canción «No es mi despedida» no deja de ser llamativa para muchos fanáticos que tratan de buscar respuesta a las últimas horas de Gilda.
«Quisiera no decir adiós, pero debo marcharme, no llores por favor no llores, porque vas a matarme«, es la letra de dicha canción.
¿Cómo fueron las últimas horas de Gilda?
Fue en la madrugada del 7 de septiembre de 1996, cuando Miriam Alejandra Bianchi, más conocida como Gilda, perdía la vida en un trágico accidente en el kilómetro 129 de la Ruta 12, en la provincia de Entre Rios.
La micro en la que iba la cantante, la trasladaba a la localidad de Chajarí (Argentina) para brindar un show cuando de un momento a otro, colisionó de frente contra un camión.
Aquella noche, bajo la lluvia, Gilda se convirtió en la representante de muchas mujeres que estaban repletas de sueños pero que no se atrevían a ir tras ellos.
A las horas del accidente de Gilda, la noticia fue portada de todos los medios y su rostro fue retratado en poleras, gorros, chapas, etc.
Su figura, la que aparecía en las imágenes de su último disco, fue comparada con una santa con una corona de flores sobre su cabeza.
De maestra jardinera a cantante mediática
Gilda nació el 11 de octubre de 1961 en el barrio de Villa Devoto y era hija de una profesora de piano y un empleado público.
En 1977, tras la muerte de su padre, se tuvo que hacer cargo de la familia.
Se recibió de maestra y se casó con Raúl Cagnin, un fabricante de escobas y el novio de toda su vida.
Juntos tuvieron a Mariel y Fabrizio, sus dos hijos. Pese a que para ese entonces tener una familia, hijos y ser emprendedores era bien visto, la cantante Gilda no era feliz.
Estaba por cumplir 30 años y aún tenía un sueño pendiente, ser una artista.
Todo cambió para ella cuando leyó un aviso en el diario en el que pedían vocalistas para un grupo musical.
En su primera audición, conoce al compositor Juan Carlos Toti Giménez, el que con el tiempo se convierte en su manager, socio y su amor.
Mientras ella perseguía su sueño, su matrimonio iba desapareciendo. Su marido nunca la apoyó en el nuevo proyecto musical de la cantante.
En 1994 se separó de su pareja y hasta ahí llegó «la familia feliz».
Al estar separada se dio cuenta del gran machismo que existía en aquella época, ya que la música tropical era dominada por hombres.
Pese a estos obstáculos, nunca se rindió y logró alcanzar parte de sus sueños.
Su última noche
Luego de múltiples conciertos todos los fines de semana, Gilda se encontraba extremadamente cansada según contaron los allegados que estuvieron con ella.
«Para esa época, Gilda había comenzado a sufrir alergias, problemas renales y un raro mal que le afectaba los pies: se llenaban de llagas y sangraban«, detalló la revista Ahora en noviembre de 1997.
«En los shows nadie notaba sus dificultades, entre una actuación y otra, tenía que cambiarse las medias y los zapatos para que no se le notasen las manchas de sangre«, explicaron.
Desde aquella noche, muchos de sus fans le atribuyen la condición de santa y muchas personas aseguran que se les apareció en sueños y que hasta se curaron con su música.
Distintos seguidores montaron un santuario al costado de la ruta donde ocurrió el fatal accidente.