Por Bibi Mandakoivic
El solo hecho de escuchar palabra dieta, me suena a control y a mi la restricción me viene mal y saca todo mi lado rebelde, aunque no soy de esas hacen lo contrario por llevar la contra, pero la privación difiere con mi alma libre y autogestora.
Llevar un régimen determinado para bajar de peso me parece fantástico y las personas que tienen la voluntad de hacerlo las respeto de sobremanera; así como a quienes se despiertan a las 6 am para hacer ejercicio… ufff, ¡Si sólo me dieran un poco de voluntad!
A mí las rutinas no se me dan y juro que a veces lo intento, incluso cuando me he puesto las pilas me dan resultado, pero me aburro por que es una vida con reglas.
He ido más de dos veces a una nutricionista en mi vida y siempre con la intención de obtener algún tipo de dieta perder unos 5 o 6 kilos y alimentarme mejor. Voy feliz y con todo el ímpetu; de hecho, me hablo a mi misma y me digo «Ya Bibi ahora sí, tu puedes.
Tener buena salud y estar flaca no es por arte de magia; tienes que poner de tu parte. No es terrible sacar por un tiempo el azúcar y los carbohidratos. Ah, y también atina con el ejercicio más seguido».
Me llamo al orden y hasta me sale bonito porque dicen que no hay que tratarse mal para que resulte. No obstante, a los días de rigurosa dieta comienzo a flaquear y siempre con el pedacito de chocolate que me gusta comer por las noches. Entonces ya en la cama con un libro en la mano o viendo alguna serie me digo: «te portaste excelente hoy así que te mereces un cuadrado de chocolate y como es 70% cacao, no afectará en nada”.
Me lo como como premio y pero me doy cuenta como este cuadrado se convirtió en 4 pedazos. Paso siguiente me duermo enojada y con culpa.
Al día siguiente, me vuelvo a envalentonar y digo: «Heyyyy si no fue para tanto, relaja; si esto es como la vida, a veces va bien y otras mal. Solo ten consciencia si lo que te vas a llevar a la boca sirve para lograr tu propósito”.
Y así me llevo la vida.
Si me pongo a recordar he diferentes tipos de dietas. La primera fue la de la luna que no se comía por 26 horas y solo tomas líquido: luego influenciada por Vivi Kreutzberger, hice la de la sopa de repollo. En otra ocasión me tomé unas pastillas con receta retenida y casi me morí. Iba manejando y comencé a ver nublado; se me aceleró el corazón y sudaba helado. No sé como me estacioné en un servicentro y unos bomberos me dieron agua. Con eso aprendí nunca más píldoras con sibutramina, componente que por cierto en EE.UU está prohibido y acá en Chile aun siguen dando esas pastillas.
A ver, también me embarqué en las de las proteínas; la de la fuerza aérea, la del vinagre de manzana, la de la Clínica Mayo y otras yo están en mi mente.
He estado tres veces como he querido, es decir más bajo a mi regular peso. La primera cuando me vino un bajón heavy por situaciones muy fuertes que viví, incluso llegué al siquiatra que me empastilló para matar la ansiedad.
La vez, fue cuando apostamos con mi cuñado quien bajaba durante tres meses; y la última ocasión fue porque me quedé sorda de un oído producto de un virus que me dejó sin audición por dos meses
No se lo recomiendo a nadie; lejos es lo más desesperante que puede haber; porque tenía mareos y andaba chocando con todo, pues lo veía más lejos.
Como ven, las que han dado resultado han sido porque he tenido que enfrentarme a casos más heavy. Sin embargo, aún no me perdono haber perdido contra mi cuñado por 400 gramos.
En mi carrera he hecho decenas de reportajes, entrevistas y artículos sobre distintos tipos de dietas y nutrición; claro está que todos llegan a lo mismo: No hay formulas milagrosas.
De partida todos los metabolismos son diferentes, las contexturas también y si no restringes azúcares, grasas y carbohidratos complejos no hay resultados.
Entre más te muevas más calorías consumes; si te hidratas bien, te desintoxicas y si eres perseverante en abrir la boca cuando es la hora, te irá de maravillas. Ah, y nada de portarte bien de lunes a viernes y el finde te das todas las licencias.
En la actualidad hay cuatro tipos de dietas que circulan en boca de la gente y ya algunos la tienen en sus agendas para desafío después del 18.
Increíble como luego de las Fiestas Patrias ves a más personas en las calles haciendo ejercicio, comienzan las ofertas en farmacias de píldoras «comedoras de adiposidades»; otras que «inhiben el apetito», las que «aceleran el metabolismo» y unas mágicas que te permiten absorber la mitad de carbohidratos”.
Asimismo, en los restoranes el palto más pedido será pollo con ensaladas y los nutricionistas y nutriólogos se harán millonarios midiendo IMC.
Como las modas, los tipos de dietas también entran en esta categoría, por ejemplo las de hoy son:
- Keto o cetogeónica: Consiste en comer alimentos ricos en grasas y proteínas y dejar de lado los carbohidratos.
- Ayuno intermitente: hay que dejar de comer cada día durante 16 horas y se puede ingerir alimentos durante las siguiente 8 horas.
- Peleolítica: Incluye carnes magras; pescado, frutas, verduras, frutos secos y semillas, alimentos que en el pasado se podían obtener mediante la caza y la recolección.
- Whole 30: Conocida como dieta paleo-extrema. Se trata de un programa de 30 días bastante estricto en el que se prohíbe comer azúcar, alcohol, granos enteros, lácteos y legumbres, entre otros alimentos.
Como sea, bajar de peso no tiene mayor ciencia y lo que sí es necesario revisar tu prototipo de belleza; ya que si buscas el cuerpo perfecto, te confirmo que nunca lo conseguirás porque eso es parte de una irrealidad llena de obsesiones que te obliga a cambiar por fuera el problema que en realidad llevas por dentro y se llama amor propio.
Las dietas a menudo son una trampa, ya que tarde o temprano la restricción hará que te lo quieras comer todo y eso generará que lo asimilas el doble y aparezca el demoniaco efecto rebote.
El mejor régimen es cambiar el estilo de vida; es decir, come de todo en porciones adecuadas a tu organismo y recuerda que siempre los excesos de comida o ayuno son malos. Darse gustitos es bueno para el alma y moverse haciendo ejercicio también. Así que el llamado es al autocontrol en pro de una buena autoestima; y un peso que permita moverte; bailar, caminar y cientos de actividades que logren que tu ansiedad no provoque hambre ese emocional.