Recuerdo que una de mis mejores amigas, que por cierto conocí trabajando en una revista, era de las que me decía; «Vamos a tomarnos un café y pauteamos qué temas podríamos cubrir para la próxima edición».
Yo le contestaba que sí, pero sabía que tenía que armarme de paciencia porque era hiperkinética y hablaba a mil por horas.
Nos sentábamos con café en mano y comenzaba a hablar como loro hasta que apareciera una mosca o alguien conocido que la distraía inmediatamente. Luego se paraba al baño, volvía a sentarse y pregunta: ¿En qué estábamos?
Le contaba y decía ¡ah verdad! «Sabes mejor ese tema no, mejor hagamos este porque a la gente le va gustar más». Mientras hablaba movía la pierna y yo afirmaba la mesa para que las tazas no corrieran riesgos.
De repente se paraba y exclamaba: «ya amiga tengo mucho que hacer. Vámonos tu te organizas porque eres la editora»
Quedaba desconcertada y agotada. En camino a la pega le decía:
“Renata una cosa a la vez, anda demasiado embalada… ¿Y si vas al doctor para que te recete ansiolíticos. Andas picoteando todos los pendientes y no concretas nada de lo que tienes que hacer»
Un día que colapsó, al no entregar los reportajes a tiempo y llorando me confesó que sentía que su cabeza y su cuerpo andaba a a mil. Sin embargo, no tenía cómo frenarlos.
Fue al neurólogo y después de muchos exámenes y citas llegaron al diagnóstico. En una etapa preliminar el médico le dijo que quizás tenía un trastorno de bipolaridad o ansiedad; pero era mejor esperar todos los resultados.
Llegó el gran día y el especialista le dice: «Renata tienes TDAH, o sea un Trastorno de Déficit Atencional con Hiperactividad». Ella lo miró y le gritó que eso era cosa de niños.
¡Error querida amiga! desde 2008 fue reconocido como una condición que afecta a los adultos y un 4 % de la población lo tiene. Es más, afecta a más hombres que mujeres, teniendo una relación aproximada de 3:1.
Renatita con triple «hello», empezó su tratamiento farmacológico y sicoterapia. ¡Uff! Que cambio se notó en ella a los dos meses.
Mucho más tranqui, enfocada, menos emocional y sobretodo su ánimo era alegre porque sentía que el tiempo y el trabajo era provechoso.
Trastorno de Déficit Atencional: Algunos síntomas
Una manera de detectarlo por si quieres saber; es que se caracterizada por una reducida capacidad para mantener la atención, poca habilidad para procesar la información debido a distracciones, inquietud motora, inestabilidad emocional y conductas impulsivas.
Asimismo, el impacto sobre los adultos puede incluir rendir por debajo del nivel en el trabajo o en los estudios; tener dificultades en las relaciones en pareja y comportarse de forma peligrosa al volante.
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Ahora el por qué se presenta cuando se es adulto y no niño, por la sencilla razón de que no fue detectado cuando pequeño y tal vez pasó inadvertido; porque sus síntomas no eran evidentes.
No obstante, siendo adulto éstos se exacerbaron los síntomas e hicieron que la vida ser tornara dificultosa.
Las causas son varias, pero el componente genético es una de las preponderantes. El médico Patricio Ruedi, neurólogo de Clínica las Condes, comenta que no hay que ver a este trastorno como una amenaza ni un enemigo intratable:
«Los adultos con TDHI tienen una enorme facultad para percibir todo tipo de información; siempre andan con las antenas puestas. Son personas muy sensibles, intuitivas y muy buenos líderes. »
«Por lo general, son exitosos y ejecutan actividades que los estimulan. Hay muchos vendedores, psicólogos, doctores, publicistas y arquitectos que lo padecen y lo ocupan a su favor”. «
Tal como le pasó a mi amiga Renata, su diagnóstico fue difícil, pues se tiende confundir con otras patologías mentales; por lo mismo se analizan muy bien los síntomas y la historia de vida del paciente.
Además, se realizan pruebas neuropsicológicas para detallar el perfil de funcionamiento cognitivo, pues el propósito es llegar a un diagnóstico categórico y definitivo, ya que una mujer u hombre que padece déficit atencional lo va a tener por toda la vida.
El tratamiento es relativo y dependerá del grado, pero al comienzo bajar la carga de trabajo y responsabilidades es vital, así como hacer un listado de tareas solo prioritarias.
También aprender a organizarse y planificar una rutina diaria con tiempos limitados y sin grandes estímulos que distraigan la atención.
Los medicamentos se recetan solo si son necesarios y siempre prescritos por un médico que estime que la calidad de vida de la persona mejorará con ellos. En estos casos la automedicación podía ser una irresponsabilidad que salga cara, pues podría agravar los síntomas.
Como ven el Déficit atencional no es un trastorno de los más chicos y su tu estás con algunos de los síntomas que tenía Renata sería bueno que te des una vuelta donde un doc, quizás te ayude a mejorar tu rendimiento, ordenar tu vida o resolver dudas.