Viera Rivera, la chilena que estuvo secuestrada en Perú junto a su hija, habló por primera vez en una entrevista pública en el matinal Contigo en la Mañana.
En una conversación con Julio César Rodríguez, la mujer se refrió al cautiverio en el que estuvo por cuatro años encerrada y en el que estaba involucrado su esposo, Giorgio Armas y su familia.
“Quiero dar las gracias a todas las instituciones que me ayudaron. Nosotras estamos bien, tranquilas. Estuve bien delgada, pero el hecho de salir de ese lugar me ha hecho muy bien”, expresó al programa.
El animador Julio César Rodríguez le preguntó a Viera Rivera sobre su relación con su esposo, diciendo que “a él lo conocí a través de Facebook, empezamos a interactuar, me empezó a interesar como persona. En ese momento conocí que era una persona muy buena, con valores, que me llamaron mucho la atención. Intercambiamos teléfonos, nos comunicamos, fui a Perú a conocerlo y estuve como diez días en 2018″.
“Luego renuncié para volver a Perú para trabajar con Giorgio en la productora de televisión. Era una productora familiar. Yo salía a vender publicidad con Giorgio y nos iba bien. Luego se pusieron complicadas las cosas”, argumentó.
Sin embargo, la situación se volvió complicada cuando comenzó la convivencia en la casa. “Mi ex suegro (Julio Armas) comenzó a ser agresivo por cosas pequeñas, por cosas domésticas. Yo pienso que no le caí bien por el tema de ser chilena, entonces yo me vine a Chile. Estuve todo julio en Chile y Giorgio se escapó porque sus papás le quitaron los documentos para que no viajara conmigo. Ahí él dice que va a volver por mí”.
“Cuando él se arranca a Chile los padres ponen una denuncia. Él viene a Chile, todo bonito, después nos casamos en agosto de 2018″, continuó en la conversación.
Su compromiso con Giorgio Armas
La mujer habló sobre sus motivos para casarse con su esposo. Ante esto, dijo: “Me pareció una persona buena, pero mi familia no estaba de acuerdo. Igual, era un compromiso… a veces las cosas funcionan y a veces no”.
“Mi familia no estaba de acuerdo, pero lo aceptaron. Luego me fui a Perú, pero siempre con las ganas de volver”, señaló.
Además, indica que primero llegaron a vivir “lejos de la familia, en un departamento. Obviamente él seguía en contacto con su familia porque seguían trabajando en la productora, pero siempre él llegaba con problemas. Me pide que vaya a la casa de sus padres para tratar de arreglar el tema, pero el señor seguía con ese remordimiento. Diciendo que yo no era la persona adecuada para su hijo”.
“Después empezaron los problemas, las agresiones, los gritos. Primero por ser chilena, después por trabajar en la construcción. Era un ambiente machista, xenofóbico, clasista”, expresó.
“Yo no hallaba cómo escapar. Era complicado porque siempre estaban allí”, afirmó.
Asimismo, argumentó que luego de un tiempo “comenzó una manipulación de Giorgio. Decía que estaba haciendo trámites para viajar. El hecho de que ya no podía salir a hacer mis trámites, ahí había una cosa que no estaba bien”.
“Él decía que cómo yo iba a tener un teléfono si no era capaz de aportar en la casa. Entonces yo prefería aportar con dinero y utilizaba el teléfono de Giorgio, que tenía que pedírselo por favor para poder llamar. Era tan poquita la comunicación que tenía con Giorgio, yo le pedía que me preguntara cómo estaba mi papá”, agregó sobre su relación la chilena secuestrada en Perú.
Finalmente, indicó que sobre la familia de Giorgio Armas, que “viven una mentira, tienen problemas mentales y necesitan ir al psiquiatra, están enfermos. Son psicópatas”.
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