La directora chilena, Maite Alberdi se ha llevado todos los elogios en su reciente documental, que tiene como protagonistas a Paulina Urrutia y Augusto Góngora. Recientemente, fue estrenado en el Festival de Sundance, y desde ese momento, los comentarios positivos no dejan de surgir.
La memoria infinita
Una de las características más aplaudidas de Maite Alberdi, es que al momento de desarrollar sus documentales, siempre acompaña a sus protagonistas. En su último documental, la directora ocupa la misma técnica de seguimiento, para mostrar la manera en la que cambia la vida de una persona que sufre de Alzheimer.
Durante cuatro años, acompañó a Paulina Urrutia y Augusto Góngora, en su lucha contra esta enfermedad que afecta, principalmente, la memoria. Este trabajo audiovisual se ha llevado todos los elogios tras su estreno en el Festival de Sundance en Estados Unidos.
La primera audiencia de este cortometraje fueron críticos, asistenta habituales y miembros de la industria, quienes no se han cansado de emitir buenos comentarios. El portal The Hollywood Reporter, catalogó la cinta como «una conmovedora crónica de una matrimonio desafiado por el Alzheimer«.
Además, agregó que Maite Alberdi en La memoria infinita, logró que su mano como directora sea prácticamente invisible, al observar a sus protagonistas desde una distancia prudente. «Les permite ser narradores de su propia historia sin hablar nunca directamente a la cámara», manifestaron desde el medio.
Los recursos utilizados
En el documental, la directora utiliza principalmente las grabaciones que obtuvo en sus horas compartiendo con la pareja. A esto, le suma algunos archivos que fueron obtenidos de manera cacera por Paulina Urrutia desde su hogar.
También, el periodista, Augusto Góngora, le permitió a Alberdi, utilizar su propio material de archivo. Imágenes familiares, videos de su trabajo como periodista en dictadura, etc.
En esta pieza audiovisual, se honra la vida del comunicador, su labor como profesional, y de alguna manera, retrata la historia de Chile. «Gran parte de su fuerza proviene de la cruel ironía de que la vida profesional del valiente y ejemplar periodista, Augusto Góngora, estuvo dedicada a la preservación de la memoria de los crímenes que Pinochet pretendía borrar», expresó Screen Daily.
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