El síndrome del impostor ataca a más mujeres que hombres. Sentirse como un fraude o que no eres suficiente es una de las características que este mal de hoy está comprometiendo a más hombres que mujeres en su vida laboral. Una de las causas es la falta de retroalimentación positiva por parte de los jefes y la baja autoestima.
Cuando las cosas no resultan como tu quieres en la pega es super frustrante, ya que trabajas duro, confías en que tus jefes lo valorarán y además, sientes que tu tienes mucho que entregar. Sin embargo, cuando nadie te da una palabra de aliento o aprobación te dices; ¿será que no es tan bueno mi desempeño como creo?; “Seguro hay otros colegas mejor que yo” lo que hago” e incluso “parecer que lo mío no es dedicarme a esta profesión”… Uff te puedes cuestionar mucho y por de manera instantánea hacerte trizas la autoestima.
El problema de esto es esto es que terminas convenciéndote que ni es así y tu carrera se convierte en una especie de enemiga así como también tus lugar de trabajo.
Síndrome de la impostora
¿Te suena lo que te digo? … me imagino que sí, porque todas alguna vez hemos sentido esa sensación en el campo laboral. No obstante, vivir atrapada en esa percepción es lo que se llama en la actualidad el “Síndrome de la impostora”.
“Lo primero que hay que decir es que no se trata de un síndrome clínico ni subclínico, que aparezca en los manuales de siquiatría. Lo que sí está asociado a sentir que no se tienen los méritos suficientes para tener el cargo que tienes o desarrollar la tarea encomendada por la jefatura, entonces de alguna manera tiene relación con no sentirse merecedora de la situación laboral y que el cargo representa. Desde espacio se vincula con problemas de autoestima”, dice Viviana Tartakowsky, sicóloga clínica y Directora de la Escuela de Sicología de la Universidad Bernardo O Higgins.
Igualmente, agrega que la pandemia ayudó mucho a que las personas se sintieran mucho más inseguras en sus espacios laborales al no tener certezas de nada. Por último, indica que una causa no menor con la aparición de este “mal” es el poco reconocimiento y retroalimentación positiva que las jefaturas entregan en nuestra sociedad. “Se da mucho esta situación en nuestro país donde existe una cultura bastante exitista, competitiva y centrada en lo que NO se hace bien y no en las que sí, obviando el talento que se puede potenciar… En el fondo hay pocas felicitaciones en los espacios organizacionales y académicos”, alude la especialista.
Los hechos de la causa
Cabe señalar que el trastorno de la impostora tiene diferentes niveles y puede aparecer de manera temporal, como consecuencia de algún cambio que se haya producido en la vida personal o profesional, pero también puede prolongarse y empeorar con el tiempo. Por esta razón, es necesario identificarlo y trabajar en él, ya que puede llegar a convertirse en un obstáculo para el desarrollo profesional.
Por lo general, quienes padecen el síndrome tienden a ser mujeres inseguras que comparten ciertas vivencias:
- Dinámicas familiares disfuncionales en la infancia: Cuando pequeñas se las sometió a grandes exigencia para obtener buenas calificaciones y logros evidentes. Si no lo lograba se las comparaba constantemente.
- Estereotipos de género: a las mujeres se las presiona ser siempre buenas madres o dueñas de hogar. Entonces siente moral y socialmente que está obligada a realizar “todo bien en la casa y el trabajo”,
- Ser demasiado autoexigente: cuando una persona tiene expectativas excesivamente altas sobre sí misma y nunca llega a cubrirlas, esto le genera altos niveles de ansiedad y posibles bloqueos mentales.
- Percepción distorsionada del éxito, el fracaso y la competencia: en general, estas personas tienden a hacer esfuerzos desmesurados por objetivos que después no compensan.
¡Ay, mujeres!
La especialista dice que en la literatura se establece que son las mujeres somos más proclives a tener este síndrome y sobre todo las que pasan por edad productiva, con cargos directivos y estudios de postgrados. “Si te fijas uno también lo podría mirar desde una postura más patriarcal donde los hombres tienen un desarrollo profesional mucho más rápido. Piensa tú que el año 2022 la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) estableció que faltaban 132 años para que las mujeres igualáramos a los hombres en distintas dimensiones.las que van desde la salud reproductiva, mental, crecimiento profesional e igualdad en ingresos”, comenta Viviana.
Esta realidad es parte del origen del síndrome de la impostora, ya que con esa carga no se sienten merecedoras de ocupar cargos altos. Por eso, la profesional llama a que las políticas públicas vayan por un cambio que no solo potencie a los hombres como fundamentales.
Los 4 tipos
- La Perfeccionista: Tiene altos niveles de autoexigencia que le producen una gran frustración. Se puede identificar fácilmente porque es propensa a exigirse a sí misma metas imposibles de alcanzar, lo que le provoca un desgaste mental y físico. En otras palabras, es incapaz de aceptar todo lo que no sea perfecto según sus estándares (los cuales tienden a ser inalcanzables).
- La superwoman: Tiende a esforzarse mucho más de lo normal y puede verse reflejado en que suele adoptar cargos que no deberían corresponderle. Su rasgo más definitorio es que siente que debe esforzarse más que el resto y toma el trabajo de otros.
- Jamás demostrar debilidad: Es similar a la superwoman, pero tiene miedo de pedir ayuda, puesto que lo ve como síntoma de debilidad. Debido a esta actitud, es proclive a la soledad y a alejar a las personas importantes de su vida.
- La genia: Siente que siempre debe ser la mejor y no tolera el fracaso ni las segundas oportunidades. Si falla, se castiga duramente y experimenta frustración e inmensa tristeza.
No al autoboicot, si pedir ayuda
La periodista Elisabeth Cadoche y la psicoterapeuta Anne de Montarlot, escribieron el libro “El síndrome de la Impostora” que ahonda en este fenómeno que se “torna paralizante para muchas mujeres, porque sienten pavor de verse expuestas. No obstante, recalcan que es necesario pedir ayuda, pues se tiene una imagen distorsionada de si misma.
Aquí algunas recomendaciones para evitar perseverar en el síndrome de la impostora:
Recordar los logros, respaldándolos con datos o hechos objetivos. Esto puede ayudar a que la persona pueda utilizar esta información para darse cuenta de que está valorándose negativamente y de que sí es merecedora de sus triunfos y buena posición.
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Hablar con otras personas de los éxitos obtenidos también es una buena práctica, ya que ayuda a fortalecer la autoestima. Lo ideal es conversar con amigos, familiares o un sicólogo en caso de ya estar en terapia o asistir desde que el síndrome se presentó.
Utilizar la escritura, utilizando una libreta o diario de “hitos alcanzados”. Esto ayudará a evitar olvidar las hazañas personales. Mientras más significativo sea el logro, más efectivo puede resultar para evitar el autoboicoteo cuando se presente.
Celebrar los logros importantes es también muy recomendable. Esto no sólo los hará más memorables, sino que también contribuirá a fortalecer el amor propio, ya que es una forma de premiarse a sí mismo. No están mal las autocríticas, pero siempre deben hacerse de forma amable y respetuosa.
Cambio cultural
Hay que recordar que los seres humanos no son perfectos, pues se trata del primer paso a la aceptación. El hecho de cometer errores no está mal, lo erróneo es no quererse a causa de ellos.
Incorporar que nunca viene mal pedir ayuda. No se trata de una señal de debilidad, sino de inteligencia, ya que las personas sabias saben que el trabajo en equipo muchas veces es más eficaz que el trabajo individual.
Finalmente, la Sicóloga Viviana Tartakowsky, dice que hay dos temas importantes que se deben considerar para que estos casos no aumenten:
Además, spacios culturales nutritivos donde se felicite por el trabajo desempeñado y no solo se representa lo que falta y lo que falla. Muy malas prácticas que también se ven a nivel escolar.
Si este síndrome se hace crónico y se junta con problemas de autoestima, baja producción, que empieza a interferir en tu vida en general más allá del trabajo. Así como también cae en el síndrome de burn out que se siente agotamiento máximo con sensación de tristeza y el trabajo ya no tiene sentido.
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