La salud sexual no se puede tomar a la ligera. “Usa mucho lubricante y podrás”, “si no lo solucionas, tu pareja te va a dejar”, “no puedo creer que no logres la penetración”, “tómate un traguito y relájate”. Desafortunadamente, algunas mujeres que padecen disfunciones sexuales quedan expuestas a escuchar este tipo de recomendaciones inoportunas. Consejos que suelen aparecer cuando están en la búsqueda de apoyo emocional o una solución a su problemática.
Estos comentarios pueden provenir de cualquier persona de confianza. Puede ser de su pareja, familiares, amigos e incluso de algunos profesionales de la salud. El problema es que pueden tener un impacto negativo en su salud física y mental. Y, en algunos casos, impulsarlas a tomar la decisión de no recurrir a un tratamiento.
Sostengo que una de las causas es el gran desconocimiento que existe sobre la sexualidad y la salud sexual y reproductiva. Por lo mismo, la psicoeducación es clave. Tanto en los colegios, en los hogares, como a los profesionales de la salud, es un pilar fundamental para que avancemos en esta materia. Así como también es importante que las personas sean cuidadosas y responsables con los consejos que le entreguen a un tercero. Sobre todo si no manejan bien la información.
Del mismo modo, las líneas de detección y los tratamientos en disfunciones sexuales deben tener un enfoque multidisciplinario. Esto quiere decir que aborden los aspectos físicos, psicológicos, sociales y relacionales de las personas. Por ello, tanto médicos, sexólogos, kinesiólogos especialistas en sexualidad, deberían trabajar de manera mancomunada.
Lo que no deberías decirles a las mujeres que sufren vaginismo
El vaginismo consiste en la contracción involuntaria de los músculos de la vagina frente al intento de penetración, generalmente por miedo al dolor. Muchas mujeres que sufren esta disfunción sexual se encuentran con desacertadas recomendaciones. Esto que genera que sigan deambulando entre el ocultismo, la desesperanza, la vergüenza y la frustración.
Como es el caso de María que después de cinco años acudió al médico y recibió una sugerencia poco acertada. “Relájate, piensa en algo agradable. Y verás que lo puedes lograr”, le dijo el especialista. Como si esta disfunción sexual estuviera relacionada con la voluntad de las personas. En realidad es un problema de salud sexual que hay que atender.
“Si no lo solucionas, él se buscará a otra”, es otro comentario improcedente que sólo provoca sentimientos de angustia y de temor. El miedo a ser eventualmente abandonadas y reemplazadas por una mujer que sí puede ser penetrada. “He pensado en decirle que se busque a otra, pues yo no soy capaz de satisfacerlo”, es una reflexión que se repite entre las más de tres mil mujeres con vaginismo que he tratado a lo largo de mi carrera.
Cirugías peligrosas
“Tu himen es muy fibroso, con una pequeña cirugía lo solucionaremos”, es otro de los equívocos diagnósticos que han recibido las mujeres que sufren vaginismo. Y que posteriormente llegan a mi consulta. Recuerdo que así fue como una de mis pacientes se sometió a una himenectomía y, como es de esperar, al intentar el coito nuevamente nada había cambiado.
Esto ocurre porque no basta con solucionar el problema anatómico, sino que hay que tratar a cada persona en forma integral, abordando sus temores, angustias, psicoeducación en sexualidad, conocimiento de anatomía genital y del autoplacer, reconociendo y conectándose con su musculatura vaginal, para lograr el control de ella y perder el miedo a la penetración con distintas técnicas y un tratamiento multidisciplinario.
Un diagnóstico y tratamiento temprano y certero, de alguna disfunción sexual, puede ahorrar años de sufrimiento y cambiar la calidad de vida de las personas, en todos los ámbitos.
Por Odette Freundlich, kinesióloga especialista en sexualidad y autora del libro “El secreto peor guardado”