Mañana sábado llegará un nuevo nuevo capítulo de «Siempre hay un chileno«.
En el episodio anterior se conocieron las historias de tres compatriotas que viven en la segunda ciudad más importante de Portugal, con cerca de 214 mil habitantes.
Ellos mostrarán los lugares más llamativos, las comidas típicas y contarán por qué se quedaron a vivir en esta romántica urbe costera de la península ibérica.
«Siempre hay un chileno»
En este nuevo episodio, su conductor y realizador Marcelo Kiwi llegará a la ciudad de Kioto. Considerada “la joya de Japón” y su capital Imperial por mil años.
Kioto posee 17 sitios declarados patrimonio de la humanidad y por eso es considerada una de las urbes con mayor patrimonio histórico y cultural en el mundo, y es en este sitio que el programa conocerá la historia de tres compatriotas que cambiaron la empanada y el vino por el sushi y el sake.
Isabel Cabaña Rojas, nacida en Santiago, lleva 5 años viviendo en Kioto. En Chile era profesora de estudios japoneses y siempre fue una enamorada de esta cultura. Por lo que viajó para aprender su idioma. Junto a Marcelo Kiwi conocerán el famoso bosque de bambú en Arashiyama, para luego experimentar un típico helado de matcha, té verde molido, y unos frescos pepinos al pickle.
En cuanto a la comida, Isabel contará que la carne es muy cara, ya que 100 gramos valen 6 mil pesos chilenos. Por lo que extraña los asados y el “choripán”, además de las humitas, los porotos con mazamorra y los sabores de la familia.
Sin embargo, aclarará que “lo bonito de Kioto es que no ha cambiado mucho en los últimos siglos, entonces lo que tú ves, es lo que veían los kiotenses hace 200 o 300 años”.
Este es el país donde un tomate vale $1200 y una bandeja de frutillas $24 mil
Luego, Marcelo Kiwi conocerá a Patricio Vera Bringas, un estudiante de teatro que hacía malabarismo en los semáforos de Santiago y lleva siete años viviendo en Japón, tras obsesionarse con estudiar el idioma. Visitarán la postal típica de Kioto, el bello santuario de Fushimi Inari Taisha, con sus más de mil “Torii”, puertas o entradas que identifican a los santuarios sintoístas.
Además irán a un mercado, donde se sorprenderán con los elevados precios de los productos agrícolas, como un tomate a 1.200 pesos y una bandeja de frutillas a 24 mil pesos. Esto, debido a que la fruta es de difícil acceso, pues no hay tierra cultivable y la gran mayoría se importa.
«La vida en Japón no es cara, eso es un mito»
A pesar de ello, Patricio sostendrá que “la vida en Japón no es cara, eso es un mito, es más barato que Chile”, ya que, según cuentas sacadas por el mismo compatriota, el sueldo mínimo es cercano a los 900 mil pesos, contando sólo siete horas de trabajo de lunes a viernes.
Finalmente, Marcelo conocerá a Silvia Barrios, una profesora santiaguina que llegó a Japón hace 50 años, tras trabajar junto a su padre y romper un compromiso matrimonial.
Según contará, mientras estudiaba japonés en la universidad conoció a quien fue su marido. Con quien se casó a las dos semanas de haberlo saludado por primera vez, y tuvieron una linda y larga historia de amor. Sin embargo, hace dos meses quedó viuda.
Esta chilena mostrará la más famosa y exclusiva tienda de kimonos de Kioto, la típica vestimenta japonesa. Donde un cinturón tejido con oro vale alrededor de cuatro millones de pesos y el kimono que lo acompaña tiene un valor de más de 8 millones de pesos.
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