Nuestro país enfrenta una creciente preocupación por la salud mental. Desde el cambio socioeconómico hasta la sobrepatologización, este artículo analiza las razones detrás de esta tendencia y proporciona pautas claras para reconocer cuándo es necesario buscar apoyo psicológico.
No sé si les pasa, pero hoy uno escucha diariamente, “Oye que es bipolar este tipo”; “yo creo que tú tienes depresión, llevas dos días triste” o “Me dio una crisis de pánico después que el jefe me retó”.
Un viaje a la salud mental: Chile emocional
Frases como estas son las que abundan, incluso se utilizan de forma peyorativa con el fin de mostrar el desequilibrio, quizás momentáneo de otro. El cuento es que desde hace años venimos verificando a través de distintos estudios que la salud mental de los chilenos no está de lo mejor, incluso el consumo de ansiolíticos y benzodiacepinas es bastante elevado en relación a otros países del mundo.
Sin embargo, esta información hace que por leer algún artículo nos da la autoridad de diagnosticar equivocadamente a alguien, lo cual es bastante irresponsable a mi modo de ver, pues sí existen personas que padecen una patología mental clínicamente diagnosticada y tratada, y que además deben lidiar con ella, lo cual es una dura tarea.
Comparativa Internacional
En julio de este año, la misma OMS publicó que Chile es uno de los países de la región con mayor prevalencia de enfermedades mentales, lo que se vio acrecentado durante la pandemia, siendo la segunda nación del mundo en la que más se deterioró la salud mental desde el inicio del período, registrando un 23,6% de enfermedades de este tipo, según la Encuesta Nacional de Salud.
Incluso, la entidad clasifica a Chile como el sexto país de la región con mayor tasa de suicidios, con 9 por cada 100.000 habitantes, superando la media regional, que es de 6,2.
En abril de 2023, la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso), también da luces de esta situación y publica que 2 de cada 3 trabajadores (67%) que presentaron una enfermedad profesional reconocida de origen laboral durante 2022, corresponden a diagnósticos de salud mental. La cifra representa un aumento respecto a 2021, año en que alcanzó el 52% del total.
Podríamos seguir, no obstante, con estos datos, podemos ver que algo está pasando en la población que estos números no logran detenerse. Fabiola Ojeda, Psicóloga clínica, dice que, de acuerdo a su experiencia al trabajar en un CESFAM, Centro de Salud Familiar, “entre las enfermedades en aumento están los trastornos de ansiedad con crisis de pánico, trastorno del ánimo y sobre todo en periodos de pandemia se elevó el consumo de sustancias que en algunos provocó dependencia, generando como consecuencia problemas de violencia intrafamiliar. En los niños pudimos ver una dependencia importante a las pantallas”.
Agrega que la llegada del Covid-19 pandemia agudizó ciertas patologías de tipo mental y que también fue el factor estresor que pudo haber gatillado algún trastorno.
Ante esta realidad, indica: “Las personas que trabajamos en el área de la salud seguimos absorbiendo las consecuencias que la pandemia trajo consigo un aspecto positivo, y es que los individuos se hicieron conscientes de las enfermedades mentales. Asimismo, disminuyó el pudor en acercarse a un centro de salud o ir a terapia con un psicólogo. En comparación a años atrás, a los pacientes les cuesta menos abrirse y exponer lo que les está pasando”.
¿Serían estas las causas?
El fenómeno es complejo y muchas son las respuestas de los expertos frente al origen de la prevalencia relativamente alta de enfermedades mentales en Chile. No obstante, existen varios factores que se repiten en el discurso y podrían explicar:
- Cambio socioeconómico rápido: Chile ha experimentado una transformación económica significativa en las últimas décadas, lo que ha llevado a cambios rápidos en la sociedad.
- Desigualdad social: A pesar de su crecimiento económico, Chile enfrenta altos niveles de desigualdad social. La disparidad en el acceso a la educación, la salud y otras oportunidades puede contribuir a estos problemas.
- Alcanzar metas: Lograr una determinada cantidad de dinero, vida laboral exigente, presión social por tener éxito sumado a un caos urbano puede ser estresante, con problemas de congestión y en la actualidad delincuencia.
- Acceso limitado a la atención de salud mental: Aunque ha habido mejoras en la atención de salud mental en Chile, aún existen barreras significativas en el acceso a servicios adecuados. Esto incluye la falta de recursos y la insuficiencia de profesionales en algunas áreas.
- Presión académica: Las altas expectativas pueden contribuir en niños y jóvenes al estrés y la ansiedad. Chile tiene un sistema educativo competitivo y una cultura de trabajo intensa.
- Uso de sustancias: El consumo de alcohol y drogas puede aumentar el riesgo de trastornos mentales.
Desmitificando la Sobrepatologización:
Tal como lo mencionaba al comienzo, en estos días psicólogos y psiquiatras se refieren a la “sobrepatologización”, es decir, llamar como enfermedad a comportamientos, emociones y estados de ánimo o a la personalidad que un individuo puede tener.
Por lo mismo, estos profesionales llaman a la mesura y, sobre todo, a informarse antes de denominar sin base a algún amigo, familiar o compañero de trabajo. La psicóloga Fabiola Ojeda indica: “Creo que también tiene que ver mucho con que las personas están mucho más atentas a la salud mental, están leyendo mucho, pero claro no tienen el conocimiento certero de las patologías y se usa el lenguaje de manera incorrecta. Pienso que ahí, cada uno en su rol como psicólogo o psiquiatra, debe tratar de educar y psicoeducar a la población. Para eso sería fantástico que los medios de comunicación pudieran transmitir toda esta información, poniendo a la palestra temas de salud mental e informando, por ejemplo: ¿Qué es la depresión? ¿Cuáles son los síntomas?; ¿Cuáles son los trastornos de ánimo? ¿Qué es la ansiedad? ¿Qué significa tener un trastorno bipolar? De todas maneras, es real que hay un uso del lenguaje muy cotidiano, que se utiliza como si fuera muy conocido, pero falta la base del conocimiento, aunque también es positivo que las personas hablen de salud mental, ya que contribuye a que el rubro crezca y la gente esté más dispuesta a poder consultar. Yo lo tomaría como algo positivo, pero insisto en que es necesario educar a alguien cuando está usando mal un término», dice la especialista.
No es lo mismo Tristeza y Depresión:
Tristeza: Generalmente es una emoción temporal en respuesta a situaciones específicas y suele disminuir con el tiempo. Por lo general, implica sentimientos de melancolía, pero no necesariamente con síntomas graves como falta de energía, apatía o alteraciones en el sueño y el apetito. A menudo permite que las personas sigan funcionando en su vida cotidiana, aunque pueden sentirse menos motivadas.
Depresión: Es un trastorno del estado de ánimo que persiste durante al menos dos semanas y a menudo mucho más tiempo, independientemente de las circunstancias. Incluye una amplia gama de síntomas graves, como pérdida de interés en actividades, cambios en el peso, fatiga persistente y pensamientos suicidas. Puede afectar gravemente la capacidad de una persona para llevar a cabo actividades normales, como trabajar o mantener relaciones.
Ni tampoco Estrés normal y Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG):
Estrés Normal: Es una respuesta adaptativa a situaciones estresantes y suele ser de corta duración. Puede incluir síntomas físicos leves como tensión muscular o nerviosismo, pero no afecta gravemente la salud física ni emocional.
TAG: Involucra una preocupación excesiva y persistente que dura al menos seis meses y no está necesariamente vinculada a eventos estresantes concretos. Puede causar una serie de síntomas físicos y emocionales graves, como insomnio, irritabilidad, inquietud, fatiga y dificultades de concentración.
Cuándo buscar ayuda profesional
En medio de este complejo escenario, hay señales claras que indican cuándo es hora de buscar ayuda profesional. Sin repetir palabras, delinearemos los indicadores que deberían alertarnos para dar el paso crucial hacia el apoyo psicológico. Porque en la lucha por la salud mental, cada palabra cuenta, y cada paso hacia la luz es un triunfo.
- Persistencia: Si los síntomas de estrés, ansiedad, tristeza o cualquier otro trastorno emocional persisten durante semanas o meses.
- Impacto en la vida cotidiana: Cuando los problemas emocionales comienzan a afectar significativamente tus relaciones, trabajo, estudio o actividades diarias.
- Cambios: Si notas que tu comportamiento es de aislamiento social, irritabilidad extrema, insomnio o pérdida de interés en actividades que antes disfrutabas, considera la terapia.
- Problemas en los vínculos: Las dificultades en las relaciones interpersonales, ya sea con amigos, familiares o parejas, pueden requerir orientación profesional para abordar los conflictos subyacentes.
- Pensamientos autodestructivos: Cualquier pensamiento suicida o autolesiones debe tomarse extremadamente en serio y debe tratarse de inmediato.
- Trauma no resuelto: Si has experimentado eventos en el pasado y continúas lidiando con flashbacks, pesadillas
- Adicciones: El abuso de sustancias, el juego compulsivo u otras adicciones.
- Sentimientos de sentirse abrumado, desesperanza o desesperación.
- Problemas con la comida: Cambios extremos en los patrones de alimentación, como la anorexia o la bulimia.
- Incapacidad para afrontar el estrés: Si te sientes incapaz de lidiar con los inconvenientes cotidianos y esto afecta tu salud física o emocional.
- Cambios drásticos en el estado de ánimo: Oscilaciones graves en el estado de ánimo, como episodios de euforia seguidos de profunda tristeza.
- Dificultad para dormir: Problemas crónicos de sueño, como insomnio o pesadillas recurrentes, pueden estar relacionados con problemas emocionales.