La neurociencia está integrada por un grupo de disciplinas científicas enfocadas al estudio del sistema nervioso. El cual, está formado por el sistema nervioso central y sistema nervioso periférico. Uno de los objetivos primordiales de las neurociencias que persiguen es conocer los mecanismos de regulación y control de las reacciones nerviosas; así como, el funcionamiento cerebral y el bienestar emocional.
Uno de los más destacados representantes e investigadores del mundo de la neurociencia es, en realidad son dos científicos Chilenos, Humberto Maturana, bastante conocido en la última década cuando se hizo más popular por conceptos como la Autopoiesis, y Francisco Varelo (Padre de la famosa actriz Leonor Varela), quien además de desarrollar junto a Maturana el laboratorio «El Rayo en la universidad de Chile», dejó un gran legado en la educación.
De hecho, hay un colegio con su nombre, pero por que los nombramos a ellos y que tiene que ver la neurociencia con el bienestar. Como ya hemos ido conversando en programas anteriores existen diversidad dimensiones del bienestar, una de ellas es la emocional, en este caso se unen la física con la emocional, ya que es con el cuerpo y más precisamente con el sistema nervioso que regulamos nuestras emociones.
Hoy en Avenida 88.1 en Radio Imagina lunes 15 de abril
Durante el recorrido de Viaje al bienestar, fuimos a conversar con Juan Carlos Letelier, otro gran científico perteneciente al equipo de Maturana (pueden ver ese episodio en mi canal de youtube, vamos a dejar el link), quien nos explica cómo se relaciona el sistema nervioso con todas las decisiones que vamos tomando en la vida. Además, de cómo estas afectan todo lo que desarrollamos, tanto en nuestra vida íntima como en nuestro entorno social.
Todos estos conceptos a veces nos parecen muy complejos y alejados de lo que es nuestra vida, y aunque nos leamos un libro, veamos una película y un video explicando de qué se trata, es muy difícil de aplicar, esto justamente por que estamos de alguna forma u otra ya programados para lo que hacemos y pensamos, pero tal como dice Juan Carlos Letelier “Todos somos educables”.
Neurociencia y bienestar emocional con Carola Carstens
Entonces, en fácil en cotidiano y como cada vez vamos a dar ejemplos, neurociencia aplicada, es todo mas simple de lo que pensamos y nos puede, literalmente, cambiar la vida, si y solo si tomamos conciencia de la relevancia que tienen estos items:
Cuida tu postura. Nuestro cuerpo escenifica nuestros estados mentales, pero la postura de nuestro cuerpo escribe también el guion de nuestra mente. Diversos grupos de investigación observaron que, cuando nuestra postura es inclinada, encorvada o encogida, nuestra capacidad de memoria y atención es más débil, nos fijamos más en lo negativo y somatizamos más el estrés. Técnicas que nos pueden ayudar a dar cuenta de la postura y corregirla son las basadas en yoga, taichi o chi-kung. Recientes estudios científicos han mostrado que realizar chi-kung mejora la comunicación neuronal, activa las áreas cerebrales involucradas en las emociones y la idea de nosotros mismos, y regula el sistema neuroendocrino, clave para la gestión del estrés.
Consejo: para evitar que nuestro cerebro se fije más en lo negativo y cree hábitos de miedo, se propone realizar al menos 15 minutos diarios de estiramientos o prácticas de yoga, taichi o chi-kung.
Respira bien y lento. Nuestro cerebro sabe en cada momento cómo estamos respirando, pero lo novedoso (para las neurociencias) es que esa información es utilizada por nuestras neuronas para potenciar o empobrecer nuestra atención y memoria. La Universidad de Chicago mostró que la respiración nasal influye en la respuesta emocional del cerebro, poder que no tiene la respiración bucal. Ralentizar la respiración nos permite potenciar nuestras capacidades cognitivas y asentar el bienestar en nuestro cuerpo.
Consejo: para que nuestro cerebro no amplifica la sensación de dolor, modere la respuesta emocional y se potencie la atención y memoria, se propone respirar por la nariz (un truco para conseguirlo es acostumbrar a la lengua a descansar en el paladar) y realizar 10 minutos de respiración nasal lenta (seis respiraciones por minuto).
Corazón contento. Recientemente se han publicado varios artículos científicos que muestran que interpretamos la realidad según sea el diálogo entre el cerebro y el corazón, hasta el punto de influir en el sesgo racial, la percepción del dolor o la visualización de una escena. La música del corazón hace bailar al cerebro. Pero ¿interpreta siempre la música deseable? Nuestro corazón escribe una sinfonía con cada pulso cardiaco, y cuanto más flexible sea (mayor variabilidad cardiaca tenga, en lenguaje científico), mayor inteligencia cognitiva y emocional tendremos. Lo bello es que esta sinfonía es la adecuada cuando estamos contentos, o nos divertimos, según muestra un estudio reciente. La neurociencia más vanguardista nos sugiere, por tanto, que la alegría armoniza el baile entre el corazón y el cerebro.
Consejo: para que nuestro cerebro interprete el mundo que nos rodea de forma más saludable y siga a un corazón armonioso, se propone recrearse en las noticias alegres, buscar el lado positivo de cada situación, reírse de uno mismo y divertirse un rato cada día.
Silencio cerebral. Uno de los artículos más célebres de la ciencia moderna rezaba así: una mente divagante es una mente infeliz. La cantidad de recuerdos, imaginaciones y diálogos que asaltan nuestra mente es incalculable. O al menos lo era hasta hace unas décadas, cuando la Universidad de Washington midió la disipación de energía que supone estar en dicha ensoñación, sin tener control sobre la atención consciente. Rara vez estamos en el presente. Los beneficios de una vida presente se podrían resumir en una mejora del sistema nervioso, inmune, endocrino y cardiovascular. Es decir, en todo.
Consejo: para que nuestro cerebro esté más calmado y nos sintamos más satisfechos, sea consciente de algunos de los actos que componen su día (la ducha, las sensaciones del cuerpo al estar sentado, asomarse a la ventana a aplaudir o cantar) y disfrute del silencio (prescindiendo un rato de la música, televisión o el habla).
Estamos ante una situación compleja que tiene un evidente lado dramático, aunque es también una oportunidad para adquirir hábitos saludables, para conocer y conocerse mejor, pero sobre todo para afianzar los pilares de lo que más importa: estar bien.
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