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Columna . La evolución de la vida escolar en Chile: ¿Cómo ha aportado la tecnología en la relación docente- estudiante y el nuevo perfil de los alumnos?

Comparando las experiencias escolares de los años 80 y 90 con la actualidad, analizamos cómo han cambiado los estudiantes, las asignaturas y las jornadas escolares.

Estudiantes (2)

Créditos: Agencia Uno

Lo pasé bien en el colegio, no era la matea, pero me iba bien. Lo que no estaba de lo mejor era mi verborrea incontenible que hacía que en medio de la clase la profesora dijera «Mandakovic, silencio»… Yo duraba con suerte 15 minutos y luego se me ocurría otra cosa y tenía esa necesidad imperiosa de decirle a mi amiga Pepa, quien me delataba porque no podía ocultar su risa frente a las tonteras que le decía.

Hasta hoy es mi amiga y recordamos cómo sufría conmigo cuando me enseñaba matemáticas. Al igual que mi hermana que me dejaba la cabeza como membrillo de tanto coscorrón que me pegaba si no entendía. Fui traviesa, pero jamás una alumna «problema». Mal que mal, siempre supe que por mis habilidades estudiaría una carrera humanista. 

Hoy veo a mis sobrinos en el colegio y la verdad es que “pocazo” queda de la forma de hacer clases y la dinámica que tenía un colegio o liceo. De hecho, cambiaron los nombres de asignaturas, hoy algunas ya no existen y tanto los profesores, métodos y relaciones que se viven dentro de un establecimiento educacional. Como dice mi amado Arjona, se “metamorfoseó”.

La última noticia de este rubro es que existe una nueva propuesta curricular del Ministerio de Educación para 1° y 2° básico: fusionar las asignaturas de Música y Artes Visuales en una única materia de Artes, generando así una forma distinta de abordar la educación artística en los primeros años de escolaridad. ¿Están de acuerdo?

Cuando estudié en el colegio, debía aprender la asignatura castellano, aunque hace rato se instauró como “lenguaje”. Y así otros ramos que enseñan lo mismo, pero con otra denominación. Para dilucidar este embrollo entrevisté a un “profe” que, se nota, tiene mucha vocación. Pues, lleva 37 años haciendo clases y con esta experiencia da cuenta de estos cambios. Él es Francis Castillo, docente de Estado en Historia y Geografía y Orientador del Colegio York de Peñalolén.

Nuevas formas de educar en Chile

“Antes de hablar de las asignaturas hay que indicar de que todo el currículo nacional en la cual nosotros estamos trabajando hoy día corresponden a la situación política e ideológica del momento. Por esto, ha habido muchos, muchos cambios de fines de los 80 hasta el día de hoy. En cuanto a la asignatura castellano se ha modificado por lenguaje, comunicación, matemática ha seguido como siempre, matemática, historia y geografía de Chile han cambiado por historias, geografía y ciencias sociales. Filosofía continúa, artes plásticas, técnicos, manuales, se cambió por arte visual y tecnología, educación física, se le ha creado salud e inglés, se ha mantenido”, comenzó explicando.

«La diferencia que tenemos ahora es que los estudiantes tienen una mayor opción para poder escoger, dentro de lo que son sus habilidades, sus intereses, las asignaturas que hoy se les imparte, que son bastantes. En el área humanista tenemos estética, seminario de filosofía política, comprensión histórica del presente, geografía, territorio y desafío socioambiental y economía social, taller de literatura, lectura, participación y argumentación en democracia y a esto también se le suma ciencias, matemáticas, artes, educación físicas. De todas maneras hay que hacer una diferenciación enorme con las asignaturas que se incorporan en el área que tenemos de las especialidades actualmente. Todo esto corresponde al currículo nacional que van dependiendo de las autoridades políticas. De hecho, ahora se está preparando una nueva consulta pública para cambiar algunos ramos, pero aún está por verse», agregó.

Los estudiantes: De la interacción cara a cara a la era digital

En los años 80 y 90, los estudiantes en Chile vivían una realidad escolar muy diferente a la actual. Los recreos eran momentos de pura actividad física: se jugaba a la pelota, se corría por el patio y los intercambios de láminas y esquelas era alucinante. También juegos como: el “luche”, el “elástico”, las naciones, ¡UFF!, y muchos otros que se convertían en pasatiempo favorito. La interacción cara a cara era esencial, y las relaciones se forjaban a través de estos juegos y actividades. Además, las conversaciones y bromas entre compañeros eran una constante en la sala y fuera de ella.

Hoy, los estudiantes navegan en un mundo dominado por la tecnología. Los recreos pueden ser silenciosos comparados con los de antaño, ya que muchos jóvenes prefieren quedarse en sus smartphones, interactuando a través de redes sociales o jugando videojuegos. Las relaciones interpersonales siguen siendo importantes, pero se han adaptado a las nuevas herramientas de comunicación digital. La pandemia por COVID-19 también aceleró la adopción de clases virtuales, haciendo que los estudiantes se familiaricen aún más con la tecnología.

«Hay una mejor cercanía»

Sobre la relación profesor- alumno, Francis Boris complementa: «Había un respeto que muchas veces se asemejaba al miedo. El «profe» ejercía una autoridad que muchas veces rayaba en el autoritarismo, por lo que lógicamente eso apartaba un poco al alumno del profesor. En estos días, yo diría que hay una mejor cercanía, pues bajo la lógica que imprime los manuales de convivencia escolar, los cuales apuntan a que las comunidades escolares tengan una mayor comunicación e interacción social. Existe una mayor trasparencia, las confianzas que pueden ejercer a los profesores con los alumnos y viceversa», admitiendo que la comunicación actual es mucho mejor que antes.

El perfil del estudiante ha cambiado notablemente, pues se fomenta el pensamiento crítico, la autonomía y la capacidad de cuestionar y debatir. Los chicos de hoy son alentados a desarrollar sus propias ideas y a participar activamente en su proceso de aprendizaje. En lo que no estoy de acuerdo, es en la relación más horizontal entre profesores y alumnos … Si esta busca un ambiente de colaboración y respeto mutuo, está perfecto, pero ojalá no se preste para perder el respeto.

De los turnos a la jornada completa

En el pasado, las jornadas escolares en Chile estaban divididas en turnos de mañana y tarde. Lo que permitía una cierta flexibilidad para realizar actividades extracurriculares o incluso trabajar. Esta estructura ofrecía un equilibrio entre el tiempo dedicado al estudio y otras responsabilidades o intereses personales. Sin embargo, hoy en la mayoría de las escuelas han adoptado una jornada completa, desde la mañana hasta la tarde, con el objetivo de cubrir una gama más amplia de contenidos y actividades, y reflejar un enfoque más intensivo en la educación. Además, de ofrecer un ambiente más seguro y estructurado para los estudiantes, reduciendo el tiempo que pasan fuera del control escolar. 

Adaptarse a los tiempos modernos

La vida escolar en nuestro país ha experimentado una transformación significativa desde los 80 y 90 hasta la actualidad. Los cambios en los estudiantes, las asignaturas y las jornadas escolares reflejan no solo una evolución en el sistema educativo, sino también en la sociedad y sus valores. El maestro del Colegio York de Peñalolén considera que, con el fin de lograr una mejor educación en Chile, necesitamos tener profesores que se preparen constantemente en el que hacer pedagógico y didáctico, y estudiantes que quieran estudiar y aprender. La gran pregunta, entonces, es, ¿cómo lograrlo?

«Ya en el año 2018 se incorporó visualmente la idea de competencias para el mercado laboral más que un estudiante reflexivo y con pensamiento crítico. Yo creo que se deben integrar estas oposiciones. Es decir, seguir trabajando las competencias blandas que impulsan la inteligencia emocional. Por ejemplo, la puntualidad, la responsabilidad, cortesía, comunicación, trabajo en equipo, honestidad, profesionalismo, entre otras, con la reflexión permanente que tiene que tener el alumno del ser y hacer, fomentando además su pensamiento crítico a que siempre debemos sumar el pensamiento autocrítico que mucha de eso se nos olvida».

Francis Castillo añade que la armonía en los establecimientos debe continuar y es a través de la utilización del Manual de Convivencia escolar como piedra eje. Ya que, se actualiza de manera permanente con las nuevas realidades y circunstancias. “A esto le podemos agregar mejores consejos de curso, talleres de reflexiones y análisis institucional, sobre sexualidad responsable, drogas, medio ambiente, corrupción de entes privados estatales, políticas locales, inmigrantes e integración cultural, etcétera. Finalmente, indicar que el trabajo con niños y adolescentes es maravilloso y lleno de desafíos. Enseñar hoy es muy complejo, pero los resultados pueden ser magníficos para la felicidad de nuestros niños. Aprovecho a invitar a la nueva generación de egresados a que estuve en pedagogía. Sin duda, serán los forjadores de una mejor parte”, enfatiza.

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