Durante la noche de hoy jueves, 12 de septiembre, se llevó a cabo el segundo show de André Rieu en Chile 2024. El destacado director de orquesta y violinista de los Países Bajos, llegó al Movistar Arena junto a su querida Johann Strauss, su orquesta, coro y solistas para entregar un show completo de música clásica.
Recordemos que André Rieu, es conocido como «El Rey del Vals», título que le corresponde con todas las de ley, pues ha logrado algo único en la música clásica. Esto es llevarla al gran público de manera accesible y entretenida.
Su estilo, que combina la dirección de orquesta con un enfoque teatral y vibrante, transforma los conciertos en verdaderos espectáculos. Si bien algunos críticos puristas pueden cuestionar su enfoque más comercial, no se puede negar su habilidad para conectar con audiencias de todas las edades. Hecho que le ha permitido revivir el interés por piezas clásicas con una dosis de encanto y humor. Rieu ha hecho que la música clásica vuelva a ser popular, logrando una mezcla entre arte y entretenimiento que cautiva a millones.
André Rieu Chile 2024: Una noche mágica entre risas, lágrimas y aplausos
André Rieu tiene un control que parece mágico sobre el escenario, en ocasiones, mientras dirige a la orquesta, ni siquiera los observa, solo los guía con su mano derecha. Por otro lado, su izquierda sostiene con devoción y ternura a su más fiel compañero, su violín.
Para el extraordinario violinista no es necesario mirar a su orquesta, cada uno de ellos se mueve con una gracia que parece antinatural, es mágica y representa años de práctica. Entre vestidos de colores, trajes pulcros y elegantes, se ven las sonrisas radiantes de un equipo que parece más una familia. De hecho, son 3 generaciones de artistas los que llenan los más de 60 puestos que hay en el grupo de André Rieu, y cada uno de ellos parece tener un apego maravilloso al escenario.
Más allá de ello, cada instrumentista demostró su latente amor hacia la música, y la dupla mágica que hacen con su instrumento. Los cuales, sobre el escenario del Movistar Arena, se extendían como otra parte de su cuerpo. Cada tono fue tocado de la manera más prolija, las voces escaparon de maneras extraordinarias y más de una lágrima calló por la belleza de tal espectáculo.
De hecho, el propio André Rieu demostró ello también. Cada vez que tomaba su violín para sorprender a los asistentes, liberaba magníficas notas en el tono ideal que la melodía requería. El violinista se unía a la orquesta no como su director, sino como uno más del conjunto, y sin guía, seguían siendo perfectos.
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