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Dato útil. Usando el teléfono o viendo televisión: Expertos revelan que comer con distracciones puede traer graves consecuencias para la salud

Este mal hábito afecta las señales internas del cuerpo que regulan la saciedad y el placer asociado a los alimentos.

Comer

Getty images

¿Sueles hacerlo? la «alimentación distraída» es cada vez un fenómeno más común entre las generaciones. Este hábito de comer con estímulos como revisar el teléfono o ver televisión para entretenerse, podría tener efectos negativos en la salud.

Dicha costumbre se ha convertido en una práctica habitual en los horarios y lugares para almorzar o cenar.

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A partir de un estudio realizado por Lotte van Dillen, profesora de psicología en los Países Bajos, «entre el 70% y el 75% de las personas están distraídas mientras comen, una práctica preocupante con implicaciones directas en la salud».

Según consigna Infobae, la «alimentación distraída» representa una disociación entre el acto de comer y la plena conciencia de lo que se ingiere.

¿Qué consecuencias trae comer con distracciones?

Según expertos en el área, este fenómeno no solo afecta dicha experiencia, sino también las señales internas del cuerpo que regulan la saciedad y el placer asociado a los alimentos.

Bajo esta misma línea, uno de los efectos más documentados es el aumento en la cantidad de alimentos consumidos.

Esto se debe a que las distracciones al comer contribuyen a una menor percepción de saciedad, lo que lleva a las personas a ingerir más alimentos de lo necesario y a volver a comer en menos tiempo. Dicho comportamiento estaría estrechamente ligado con el aumento de peso, convirtiéndose en un factor de riesgo ante la obesidad.

Además, las distracciones también afectan la calidad de la experiencia alimenticia.

Según van Dillen, cuando las personas están enfocadas en otras tareas cognitivas exigentes, su percepción del sabor se ve alterada. Reduciendo la actividad en regiones cerebrales clave como la ínsula y la corteza prefrontal, responsables de procesar el gusto y la recompensa.

Finalmente, el fenómeno afecta la percepción de los sentidos con otros sabores y olores.

La desconexión sensorial, además de reducir el placer asociado con la comida, incrementa la posibilidad de buscar compensaciones emocionales y calóricas en posteriores comidas, perpetuando un ciclo de insatisfacción y consumo excesivo.

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